Cuento tradicional
El lobo
que cree que la luna es queso
Andaba el lobo muy hambriento y ya no sabía qué hacer para
coger algún animal y comérselo. Y por ahí se encuentra con la zorra y le dice:
- Oiga usted, señora zorra, que me la voy a comer.
Y la zorra le dijo:
- Pero mire usted, que estoy muy flaca. No soy más que huesos
y pellejos.
- No, que usted estaba muy gordita el pasado año.
- El año pasado sí que estaba gordita, pero ahora tengo que
darles de mamar a mis cuatro zorritos y apenas encuentro bastante para crear
leche para ellos.
- ¡Que no me importa!, le dijo el lobo.
Iba a darle la primera mordida, cuando la zorra
le dijo:
- Deténgase usted, por dios, señor lobo. Mire
que yo sé dónde vive un señor que tiene un pozo lleno de quesos.
Y se fueron la zorra y el lobo a buscar los
quesos. Y llegaron a una casa y pasaron unas tapias y llegaron ante el pozo, y
la Luna se reflejaba en el agua y parecía un queso.
Y se asomó la zorra, volvió y le dijo al lobo:
- ¡Amigo lobo, que el queso es grande! Mire asómese
usted.
Y se asomó el lobo, vio la Luna y creyó que era
un queso grandote. Pero el lobo sospechoso, le dijo a la zorra:
- Pues bueno, amiga zorra, entre usted por el
queso.
Y la zorra se metió en uno de los cubos y entró
por el queso. Y desde abajo le gritaba al lobo:
- ¡Amigo lobo! ¡Que grandeza que tiene este
queso! ¡No puedo con él! Venga usted a ayudarme a subirlo.
- Pero yo no puedo entrar -le decía el lobo-.
¿Cómo yo voy a entrar? Súbalo usted sola.
- Y la zorra le dijo:
- Pero no sea usted torpe. Métase usted en el
otro cubo y verá como así entra fácilmente.
Y se metió el lobo en el otro cubo y, como
pesaba más, se deslizó para abajo y la zorra en el primer cubo subió. Y ahí se
quedó el lobo buscando el queso, y la zorra se fue muy contenta a ver a sus
zorritos.
Cuento tradicional
El lobo
que cree que la luna es queso
Y se metió el lobo en el otro cubo y, como
pesaba más, se deslizó para abajo y la zorra en el primer cubo subió. Y ahí se
quedó el lobo buscando el queso, y la zorra se fue muy contenta a ver a sus
zorritos.
Pues andaba el lobo muy hambriento y ya no sabía qué hacer
para coger algún animal y comérselo. Y por ahí se encuentra con la zorra y le
dice:
- Oiga usted, señora zorra, que me la voy a comer.
Y la zorra le dijo:
- Pero mire usted, que estoy muy flaca. No soy más que huesos
y pellejos.
- No, que usted estaba muy gordita el pasado año.
- El año pasado sí que estaba gordita, pero ahora tengo que
darles de mamar a mis cuatro zorritos y apenas encuentro bastante para crear
leche para ellos.
- ¡Que no me importa!, le dijo el lobo.
Iba a darle la primera mordida, cuando la zorra
le dijo:
- Deténgase usted, por dios, señor lobo. Mire
que yo sé dónde vive un señor que tiene un pozo lleno de quesos.
Y se fueron la zorra y el lobo a buscar los
quesos. Y llegaron a una casa y pasaron unas tapias y llegaron ante el pozo, y
la Luna se reflejaba en el agua y parecía un queso.
Y se asomó la zorra, volvió y le dijo al lobo:
- ¡Amigo lobo, que el queso es grande! Mire
asómese usted.
Y se asomó el lobo, vio la Luna y creyó que era
un queso grandote. Pero el lobo sospechoso, le dijo a la zorra:
- Pues bueno, amiga zorra, entre usted por el
queso.
Y la zorra se metió en uno de los cubos y entró
por el queso. Y desde abajo le gritaba al lobo:
- ¡Amigo lobo! ¡Que grandeza que tiene este
queso! ¡No puedo con él! Venga usted a ayudarme a subirlo.
- Pero yo no puedo entrar -le decía el lobo-.
¿Cómo yo voy a entrar? Súbalo usted sola.
- Y la zorra le dijo:
- Pero no sea usted torpe. Métase usted en el
otro cubo y verá como así entra fácilmente.
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